Roberto Muñoz, ha pasado por diferentes procesos en su vida como docente, por desilusiones que lo hicieron pensar en cambiar de rubro. Hasta que se abrió la oportunidad de trabajar como profesor de lenguaje en la Escuela Estrella del Sur de Pozo Almonte, espacio donde se ha sorprendido gratamente, siente una conexión especial con sus estudiantes y está tan a gusto que no le importa viajar 2 horas de Iquique a Pozo Almonte.
Roberto nació, creció y estudió en la ciudad de Iquique, pasando unos años por Santiago; ciudad donde aprendió a valorarse y a comprender las dinámicas y estilos de aprendizaje de la capital. Se mostró a sí mismo que tenía las mimas competencias que un profesor de Santiago, a pesar de que muchas veces se piense que los docentes de provincia no están tan capacitados. Además, comprobó que los estudiantes de la capital son distintos a los de ciudad, pero no por un tema de capacidades, sino por un tema de vivencias y estilos de vida, lo que hizo que tuviese que adaptarse como profesor de lenguaje al nivel de imaginación que desarrollan los niños en una ciudad donde el ritmo de vida es más acelerado y explícito.
Posteriormente volvió a Iquique y tuvo algunas experiencias poco gratas que lo fueron desmotivando, principalmente con apoderados y su actitud hacia él. Los reclamos, los ataques, las veces en que le subieron el tono, hicieron que un Roberto poco confrontacional fuera cuestionándose y pensando si realmente quería seguir trabajando como docente. Estuvo por un tiempo en esta disyuntiva, hasta que lo llamaron de la Corporación de Pozo Almonte, sus ganas de cambiar de aire y de estar más cerca de la pampa lo hicieron darse una nueva oportunidad en la docencia.
“Llegué a Pozo Almonte y me encontré con un ambiente muy grato. Me tocó trabajar con un cuarto básico – algo nuevo para mí porque siempre había trabajado con cursos del segundo ciclo – pero todo resultó muy bien. Me encontré con mi niño interno, con estudiantes muy cariñosos que me hicieron despertar y darme cuenta que la pedagogía sí era lo mío. A pesar de que tenía alumnos pequeños, yo les habla como grandes, los motivaba, les daba seguridad, trabajábamos en equipo y fuimos creciendo juntos, así fue como mejoramos el SIMCE y sorprendimos a muchos que creían que no sería posible. Siento que la comuna de Pozo Almonte y la Escuela Estrella del Sur me han dado lo que soy hoy, un profesor que constantemente crea para sus estudiantes y que es apoyado por directora y la UTP”, indicó.
A pesar de que Roberto confiesa no haber sentido el “llamado de la vocación” cuando comenzó a estudiar pedagogía general básica, reconoce que en el camino se fue contagiando, sintiendo esa conexión especial con la pedagogía e incorporando en su labor como docente los aprendizajes de su faceta de deportista y bailarín.
“Soy campeón nacional de atletismo en 200 metros planos, 110 metros vallas, 400 metros vallas, y N°2 en salto largo. También egresado de la Escuela de Ballet Clásico del Teatro Municipal de Iquique. El paso del atletismo al ballet fue un cambio grande que me ha favorecido, el atletismo porque te convierte en una persona muy planificada, hace que te esquematices, que ordenes tu día a día, mientras que el ballet me hizo pasar todo un proceso de aprendizaje personal. Esto mismo lo llevé a la educación de mis estudiantes, me sirvió para comprender que tienen diferentes habilidades y para enseñarles que la vida es un sinfín de cosas, que a veces estás bien y a veces mal, pero que debemos levantarnos y cumplir de alguna forma los objetivos que nos ponemos. El deporte y la danza me han hecho lo que soy como profesor, comparto vivencias con mis estudiantes y eso hace que pueda conectar muy bien con ellos, que se interesen por mis experiencias y que ellos también se animen a compartir lo que les gusta hacer fuera de clases”, señaló.
Creatividad y prácticas pedagógicas
Roberto cree que la creatividad se contagia, que siempre es bueno conocer a un “enfermo de creatividad”, ya que esa es su manera de aprender a enseñar y lo que vio en sus maestros de ballet, quienes a partir de diversas técnicas y pasos buscaban cómo llegar al objetivo.
Ha trabajado textos argumentativos, periodísticos, poesías y otros, a partir de actividades concretas que incentivan a los niños. Hace algunos años trabajó en un colegio donde tuvo que enseñarle a un curso sobre textos periodísticos y la estructura de la noticia, para ello se le ocurrió hacer que los estudiantes pegaran cartulinas y escribieran una nota gigante que contuviera texto y foto, para que posteriormente presentaran el trabajo en el colegio. Este tipo de actividades fueron sumando hasta que se tomó la decisión de crear un Café Literario, espacio donde los estudiantes podían recitar poesías, cantar, expresar, crear textos. El Café existe hasta el día de hoy y Roberto ha sido invitado por el establecimiento para “contagiar de creatividad” a los docentes.
En la Escuela Estrella del Sur también ha hecho uso de su creatividad. Se le estaba haciendo complejo enseñarles a argumentar a los niños, entonces de se le ocurrió invitarlos a escribir en volantines sobre un libro que leyeron, tenían que responder a la pregunta: por qué me gustó el libro o por qué no me gustó. Los estudiantes engancharon con este trabajo, ya que no tuvieron que escribir en el cuaderno o en el computador, sino que en un volantín.
Ahora con la pandemia, Roberto ha ido aprendiendo a desarrollar su faceta de profesor virtual, ha debido repensar su forma de hacer clases. Entonces se le ocurrió que los estudiantes hicieran una narrativa conjunta por correo electrónico, generando personajes, una problemática, el espacio físico. Cada estudiante debía redactar 5 líneas y luego enviarle la historia a un compañero para que agregara 5 líneas más. Roberto nunca había usado este método de trabajo, en algún momento pensó que no funcionaría pero finalmente los estudiantes escribieron muy buenas narrativas con un hilo conductor, inicio, desarrollo y final.
Asesorías de Conexium
Roberto valoró las asesorías de Conexium y señaló: “me han permitido vivir la experiencia de compartir entre pares, con profesores de otras escuelas y liceo de la comuna; eso hace que uno pueda ver diferentes perspectivas sobre el mismo trabajo. Además, con Francisca Concha de Conexium hemos podido unificar para que no sea tan dispersa la enseñanza, ella va más allá de las actividades concretas, nos ayuda a buscar los ejes y los objetivos, te aterriza a lo teórico sin dejar de lado lo práctico. Nos motiva, empuja y engrandece; yo la tengo en lo alto, es gratificante que te felicite o resalte prácticas pedagógicas”.